lunes, 6 de abril de 2009

PAZ, PIEDAD, PERDÓN, 70 AÑOS DESPUÉS







A principios de marzo recibí una carta de Ramón Hernando Villacampa, vecino de Robres, nacido en el exilio, invitándome a los actos programdos en Montauban en Homenaje a la República Española y a Manuel Azaña.


Se cumplen 70 años después de que la victoria del General Franco sobre el Gobierno Republicano, democráticamente elegido, obligara a miles de españoles a cruzar la frontera, en busca de un refugio que les protegiera de la venganza del vencedor que hizo caso omiso a las tres "P" que Manual Azaña postulaba como forma de reconciliación nacional en un escenario postbélico "Paz, Piedad, Perdón".


Los republicanos españoles derrotados en España, vivieron el exilio con las mismas ansias de libertad con la que habían luchado en defensa de la República y se implicaron de lleno en la resistencia contra el fascismo en Europa y en la reconquista de la democracia en España.


Sententa años después del paso de la frontera, se me brindaba la oportunidad de participar en su homenage, organizado por las MER, en Montauban y acepté gustoso la invitación.


El sábado 4 de abril, a las 11 de la mañana comenzaron los actos con una marcha en la que participaron los pocos supervivientes, familiares franceses de los exiliados franceses, hijos y nietos y una nutrida representación de delegaciones españolas, entre ellas las más numerosas de Catalunya y Huesca. La marcha realizó su primera etapa en la Place Manuel Azaña que el municipio de Montauban ha dedicado al Presidente de la II República Española y continuó hasta el Cementerio en el que está enterrado.


En torno a la tumba de Manuel Azaña se instaló una pequeña tribuna de oradores desde la cual las autoridades francesas, los miembros de las delegaciones españolas y los propios organizadores rindieron honores al exilio español.


Estaba emocionado por la solemnidad con que se estaba desarrollando el acto y porque durante la marcha había tenido la oportinidad de escuchar el testimonio directo de un superviviente, el comandate Robert, cuando oí que desde la tribuna me reclamaban para que yo también interviniera.


Con unas breves palabras quise agradecer la acogida que los ciudadanos franceses, especialmente en esas tierras del sur de Francia, dieron a los refugiados españoles. Agradecía también a los organizadores la oportunidad del homenaje y la elegancia y emotividad con que se estaba desarrollando y quise recordar explícitamente que los españoles agradecieron la hospitalidad recibida sembrando en esas tierras la semilla de la libertad frente a la ameneza del fascismo que se cernía ya sobre toda Europa.


Fueron los españoles también, aún agotados por los tres años de guerra sufrida en España, los que participaron de forma decidida y organizada en la lucha contra el fascismo y en las guerrillas para la recuperación de la democracia en España. Muchos de ellos pagaron su osadía con la tortura de los campos de concentración nazis o con su muerte. Regaron con su propia sangre la semilla que habían sembrado al llegar.


Es justo que 70 años después reconozcamos en ellos el mérito que les corresponde por la Europa y la España que ahora disfrutamos. Uno de los espacios de democracia social más avanzados del planeta. Gracias sin duda a quien supo enfretarse al fascismo desde sus orígenes y vencerle.


Estuve emocionado durante todo el discurso que improvisé porque nadie me había adevertido de mi intervención y fueron los nervios o la misma emoción los que me hicieron cometer un error fatal cuando quise rubricar el discurso con una loa a la España democrática, descentralizada y plural, moderna y social que hoy estamos construyendo gracias a quienes nos dejaron el testigo en la lucha por la libertad.


Un lapsus tan inexplicable como desafortunado que ofendió a los participantes que se percibieron de ello y me lo advirtieron al final del almuerzo con el que continuó el homenaje. No sólo me disculpé sino que me avergoncé de haber pronunciado por error esas palabras.


Pero esta anécdota no empañó el merecido reconocimiento que todos brindamos al exilio español en Francia, simbolizado por el Presidente Azaña, en una jornada emotiva y solemne, perfectamente organizada. Gracias Ramón, por haberme dado la oportunidad de participar.
Carlos ha publicado una reseña en su web, acompañada de un excelente reportaje fotográcio: http://www.neofato.es/home2.htm


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamos a ver, José María:
1.- Me alegró muchísimo cuando en el autobúa me enteré que venías a Montauban; lamenté que no hubiera venido una más amplia representación de personas que ocupáis cargos de responsabilidad en el PSOE o en otros partidos.
2.- Tu saludo y trato a los oscenses que allí nos congregamos fueron correctísimos , cordiales y cercanos sin el menor atisbo de protocolo. A mí no me sorprendió esa actitud en tí, puesto que ya hemos coincido anteriormente en alguna otra reunión de carácter popular y siempre te has comportado así, como uno más, como lo que eres de hecho.
3.- Tu discurso fue sentido y corto; ese lapsus final es una auténtica tontería que a nadie ofendió realmente; comentando la anécdota con los comensales de Huesca, coincidímos en la nula trascendencia de una expresión. Por cierto quien quiera darle una lectura retorcida de ese lapsus linguae habría que recordarle que Freud está más que cuestionado.
y 4.- Que no conocía la existencia de tu blog.Lo pongo en favoritos. Y muchas gracias por admitir comentarios; a ver si convences a Elboj para que también los admita.
Un abrazo muy cordial, y enhorabuena por haber aparecido por Montauban; en tu posición hace falta un cierto valor para hacerlo.

Carlos Migliaccio (a) Neofato

Espartaco dijo...

Pues ahora a reivindicar la III República, ¿o no?