martes, 29 de enero de 2013

FRANCISCO BELTRÁN, ALCALDE DE FRAGA. In memoriam.


Necrológica escrita para el Heraldo de Aragón y para La Voz del Bajo Cinca.
 
Después de muchas despedidas, Sisco nos dice hoy definitivamente adiós

El hambre de la posguerra fue su escuela, las Juventudes Obreras Católicas su primera herramienta de formación y lucha.  La HOAC, la segunda. Abrazó el Concilio Vaticano II convencido de que la Iglesia había encontrado la esencia del mensaje de Cristo. Y en este caminar convergieron fe y compromiso temporal. Eran tiempos de socialismo clandestino con Joan Reventós primero y Santiago Marraco después, tiempos de COACINCA en lucha contra la central nuclear de Chalamera. Fueron también tiempos de Comunidades de Base y Presidencia del Consejo Pastoral de la Parroquia.

Y la lucha tenaz, clandestina, solidaria, esperanzada conquistó la democracia. No fue la meta, fue el comienzo de un nuevo compromiso. Miembro fundador del PSA, que lo presentó como candidato al Congreso, coaligado con el Partido del profesor Tierno Galván, en las primeras elecciones democráticas. Trabajó por la unión del socialismo aragonés, se presentó a las elecciones municipales bajo las siglas del PSA-PSOE y fue elegido primer Alcalde democrático de la ciudad de Fraga, después de la II República. Su gestión fue revalidada con la contundencia que dan 13 concejales de los 17 a elegir. También fue Diputado en las Cortes de Aragón durante las dos primeras legislaturas (1983-1991).

Lideró equipos que transformaron Fraga de pueblo a capital comarcal. Fraga convirtió los lodazales en calles, plazas y paseos, el agua potable llegó a todos los barrios de la ciudad, viajeros y paquetería abandonaron la interperie para instalarse en una flamante estación de autobuses, las empresas se instalaron en un pionero polígono industrial.

Pero el crecimiento económico no fue su prioridad. Su prioridad fueron siempre las personas. Abonó el crecimiento personal en condiciones de igualdad y contra viento y marea creó los primeros Servicios Sociales Municipales, el Centro Cultural Palacio Montcada y las bibliotecas municipales. Fomentó y dignificó la práctica deportiva con una verdadera ciudad deportiva construyendo las nuevas piscinas municipales, el nuevo campo de fútbol, las pistas polideportivas y dos pabellones. Salud que implementó con la compra de la Policlínica, para ubicar allí el Centro de Salud, las especialidades y la planta de hospitalización.

El hemiciclo de las Cortes de Aragón recuerda todavía su clamor para que Aragón se reconociera plural y rico. Como alcalde instaló frente al Ayuntamiento el monumento a la mujer fragatina y fijó la celebración del Dia de la Faldeta en el Dia de Aragón. Luchó por el reconocimiento de su lengua materna, la catalana y se lamentó una y mil veces que se llamara así, catalán, porque si se hubiera llamado chino -decía- nunca hubiera habido problemas para reconocer en Zaragoza los derechos lingüísticos de los aragoneses orientales. Se empeñó -y lo consiguió- en que las fronteras fueran puntos de encuentro y de intercambio, nunca trincheras. No permitió nunca que la atención sanitaria, la universidad, las relaciones personales y comerciales, estuvieran condicionadas por la pertenencia a un territorio u otro. Y fue precisamente Marcelino Iglesias, amigo incondicional,  quien formalizó esta propuesta en un convenio de colaboración sanitaria entre Comunidades.

La historia de Sisco Beltrán ha sido la historia de un hombre radical. En su verdadero significado, una persona que se nutria de las raices de sus convicciones cristiana y socialista, para luchar sin descanso por la la libertad y por la justicia social. Lo ha hecho así toda su vida, en clandestinidad y en democracia, desde el poder institucional o desde la militancia religiosa y social. Radicalidad y coherencia que no aceptaron nunca medias tintas. Por eso fue un heteroxodo para la jerarquía eclesiástica y para el aparato del partido. Por eso nos ayudó a crecer a todos.

Sisco Beltrán deja hoy huérfanos a Inma, a Maite y a Juanfran. Deja viuda a Rosario. Todos ellos miembros de una familia imprescindible para entender la fuerza y la intensidad con que se dedicó a los asuntos comunitarios. Pero Sisco Beltrán nos deja hoy huérfanos a muchos fragatinos y aragoneses, en un momento histórico muy difícil en el que estamos más necesitados que nunca de referentes éticos, comprometidos, luchadores y esperanzadores como él. Descanse en paz.
 
Foto tomada en la Concentración de la Plaza de España de Fraga, el pasado 14 de Noviembre de 2012, con motivo de la Huelga General. Francisco Beltrán acababa de cumplir 84 años.

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